Saskia Sassen: “Los nuevos flujos migratorios emanan de una pérdida masiva del hábitat”
La
socióloga, Premio Príncipe de Asturias de las Ciencias Sociales en
2013, sostiene que en la actualidad existe un nuevo conjunto de
migraciones con epicentro en el Mediterráneo, el Mar de Andamán y
América Central.
“Lo
más importante desde mi punto de vista, es que las causas no son tanto
la búsqueda de una vida mejor, sino conflictos asesinos”
“La
creciente inestabilidad y la pobreza extrema en muchas partes del
África subsahariana, y la proliferación de mini-conflictos en el Medio
Oriente y África del Este, han empujado el fenómeno a una nueva
dimensión”
Entrevista a la socióloga Saskia Sassen,
experta en globalización, migración y el estudio de la sociología del
espacio urbano. Actualmente ocupa la cátedra Robert S. Lynd de
Sociología de la Universidad de Columbia y es miembro del Committee of
Global Thought de dicha institución. Es, además, profesora visitante de
la London School of Economics and Political Science. Sassen fue
galardonada con el Premio Príncipe de Asturias de las Ciencias Sociales en 2013 por sus contribuciones a la comprensión del fenómeno de la globalización y la sociología urbana.
Al analizar la actual “crisis de refugiados” en Europa, ¿nos encontramos ante otro de esos ciclos que describe en Inmigrantes y Ciudadanos (Editorial Siglo XXI de España, 2013), de la migración abierta a la migración forzada, de las sociedades receptivas a la criminalización del inmigrante?
Seguimos
utilizando términos como inmigrantes, emigrantes y refugiados. Este
lenguaje refleja una buena parte de lo que está sucediendo. Pero mi
lectura de la actual situación me dice que estamos siendo testigos de la
eclosión de un nuevo fenómeno que describe un relato mucho más
complejo. Yo prefiero el término “pérdida masiva de hábitat” para
describir lo que ahora ocurre.
La
guerra destaca como el factor más visible, pero las apropiaciones de
tierras, la desertificación o el incremento en los niveles de agua que
están enterrando todo tipo de zonas habitadas están contribuyendo a
impulsar a las personas en busca no tanto de una vida mejor, sino de la
propia supervivencia. En Expulsiones
(Katz Editores, 2015) hago una descripción detallada de las cada vez
mayores masas de tierra y de agua que están prácticamente muertas y que
están menguando nuestro hábitat global.
Por
otro lado, el actual incremento de refugiados es un fenómeno distinto,
tanto en términos de tamaño y origen. Los refugiados huyen de la guerra y
de la devastación: la guerra en Siria, los conflictos en Afganistán,
Somalia, Libia y otras zonas de África Oriental y del Norte, y la brutal
dictadura en Eritrea. El norte de Nigeria y otras zonas de conflicto en
África Occidental también están produciendo refugiados, aunque en menor
escala. Así que estos nuevos flujos se diferencian de las migraciones
tradicionales que aún se siguen produciendo ya que a menudo no queda
nada a donde volver.
Estamos entonces ante un fenómeno migratorio nuevo y de un tipo de inmigrante muy distinto
El
inmigrante ha sido durante mucho tiempo una figura familiar en nuestra
historia occidental: nos referimos a cualquier persona en busca de una
vida mejor. También ha sido durante mucho tiempo el ejemplo más familiar
de las personas en movimiento. Los refugiados y los desplazados
generalmente son vistos como algo muy distinto, víctimas de fuerzas
superiores, almas derrotadas a merced, o a falta de ella, de gobiernos, y
a menudo secuestrados durante muchos años en campamentos. Y luego está
el fenómeno de exilio en la Historia Europea: en su mayoría
personalidades prominentes que incluso alguna vez fueron poderosos, bien
recibidos y acomodados en las grandes capitales europeas. Ellos
llegaron para luchar por poder volver a sus países de origen.
La
realidad en el terreno es a menudo más confusa que estos tipos de
migrantes claramente definidos. Pero hay un elemento que destaca en la
diversidad de las personas en movimiento: la imagen generalizada en
tiempos de paz de nuestra historia occidental ha sido y es la del
inmigrante deseoso de trabajar, de emprender su propio negocio, de
enviar dinero a “casa”, a menudo imaginándose poder volver a su país, a
su “hogar” de origen, para visitarlo o incluso quedarse para siempre.
Hoy
en día existe un nuevo conjunto de migraciones: sus epicentros son el
Mediterráneo, el Mar de Andamán y América Central. No es Rusia, Alemania
o Italia quienes están enviando migrantes
Y
lo más importante desde mi punto de vista, es que las causas no son
tanto la búsqueda de una vida mejor, sino conflictos asesinos, guerras,
el acopio masivo de tierras para plantaciones, la destrucción de sus
hábitats a través de la contaminación de la tierra y el agua, las
sequías, desertificación, el resurgimiento de la minería para obtener
los metales que necesitamos para nuestra revolución electrónica.
Familias y comunidades enteras están siendo expulsadas de su territorio
de origen. Cada vez quedan menos “hogares” a los que volver.
Estos
flujos de personas desesperadas son una indicación de procesos
emergentes más propensos a aumentar que a disminuir. Estos flujos bien
pueden ser los inicios de nuevas historias y geografías hechas por
hombres, mujeres y niños en la huida desesperada de condiciones
insostenibles. Para ellos no hay hogar al que volver, su hogar se ha
convertido en una plantación, en una zona de guerra, una ciudad privada,
en un desierto o en una llanura inundada.
Así
que una forma de encapsular las causas de este nuevo y emergente
fenómeno migratorio es el término al que me refería al principio: la
pérdida masiva del hábitat.
Estos movimientos migratorios nuevos y extremos se unen a los movimientos migratorios tradicionales. ¿Convergen en la travesía?
Durante
décadas ha habido barcos y traficantes que traen a personas en busca de
trabajo desde el Mediterráneo a través de España e Italia. Ellos
vinieron y siguen llegando en su mayoría de la región del Magreb y del
África subsahariana occidental. Son en su mayoría migrantes habituales
que dejan atrás familias a quienes envían remesas, a menudo deseando
volver a casa. Así que esos flujos tradicionales y más pequeños
continúan hoy, en su mayoría a través de Marruecos y las Islas Canarias.
Es un grupo que tiende a ajustarse a la definición estándar de las
migraciones.
Sin
embargo, una diferencia importante del actual flujo con respecto al que
se ha experimentado durante décadas es que el centro de gravedad se ha
ido desplazado hacia el Mediterráneo Oriental. Grecia se ha convertido
en el eslabón estratégico para estas migraciones. Recordemos que ya a
principios de 2015 Grecia superó a Italia como el principal receptor,
recibiendo 68.000 refugiados, en su mayoría sirios, pero también, entre
otros, a afganos e iraquíes. Hasta 2015, el aumento en las llegadas por
el mar Mediterráneo se hizo sentir sobre todo en Italia. En 2014, Italia
recibió más de tres cuartas partes de todos los refugiados y los
migrantes (170.000) por vía marítima. Por el contrario, Grecia recibió
43.500. En este nuevo giro de acontecimientos, las rutas del
Mediterráneo central y oriental se han vuelto comparables en tamaño.
Pero las personas en cada caso provienen de diferentes países. Según
ACNUR, los que llegan a Italia desde Eritrea son un 25%; de Nigeria, el
10%; de Somalia, un 10%; seguido de Siria con un 7% y Gambia con un 6%.
Los que llegan a Grecia vienen de Siria en un 57%; de Afganistán, un 22%
e Irak en un 5%. Todos estos son mayoritariamente refugiados.
Persisten
comportamientos racistas en el tratamiento de estos flujos, incluso
sutiles. La insistencia de diferenciar a los “refugiados” de los
migrantes “económicos”, por ejemplo
El
asunto racial siempre ha sido un problema en los flujos migratorios y
los factores que menciona siempre están presentes. Son cuestiones que se
mezclan, pero que finalmente terminan dando lugar a dicotomías muy
concretas. Básicamente dando lugar a percepciones positivas y negativas.
Mientras tanto, Europa busca soluciones improvisadas que a día de hoy rayan el soborno.
Creo
que es necesario retroceder sobre el camino andado en lo que ha sido en
realidad período muy corto –no más un año– y la medida en la que Europa
se ha visto completamente incapaz. En cada paso se han visto
desbordados por los hechos sobre el terreno, teniendo que cambiar
continuamente sus posiciones y condiciones… Y ahora, lo último, ofrecer
dos o tres mil millones a Turquía.
La
creciente inestabilidad y la pobreza extrema en muchas partes del
África subsahariana, y la proliferación de mini-conflictos en el Medio
Oriente y África del Este, han empujado el fenómeno a una nueva
dimensión. Y mientras que ahora estamos hablando de millones de
refugiados, sólo hace unos meses Frontex advirtió que 153.000 migrantes “habían sido detectados en las fronteras exteriores de Europa“.
Ahora nos resulta una cifra pequeña, pero en aquel momento esa cifra
representaba un aumento del 149% respecto al mismo periodo en 2014,
cuando el total fue de 61.500, que a su vez representaba un fuerte
incremento con respecto a los años anteriores.
Entonces
Europa se negó a hacer frente a lo que a toda vista era un ascenso
constante que se había iniciado a finales de 2014… Justo el momento en
el que Europa decidió suspender la operación Mare Nostrum propiciando un
gran número de ahogamientos.
Entrevista en trumanfactor.com. Traducida por eldiario.es
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